Para Junio se vocea el debate en el Senado del proyecto de ley que, por el momento, no satisface ni a tirios ni a troyanos. Proyecto que establece una ardua vía para la legalización de los indocumentados—y que por lo mismo es rechazado por vastos sectores al calificarlo de amnistía. La legalización sólo vendrá después de haberse reforzado los controles y la seguridad en sectores clave de la frontera—lo que puede tomar años. También incluye sanciones drásticas para quienes contraten trabajadores sin la debida documentación.
El proyecto a discutir incluye permisos temporales para trabajadores que tendrán que volver a sus países a su expiración. Esta medida también ha generado rechazo al proclamar que fomenta la creación de una subclase trabajadora que optará por quedarse ilegalmente en el país.
Otra provisión establece el cambio de criterio de selección de inmigrantes, del actual basado en lazos familiares a uno relativo al tipo de trabajo realizado, prefiriéndose el de alto nivel de especialización. Como si no contaran las familias ya separadas. Y la mayoría de inmigrantes realiza trabajos manuales o de servicio.El presidente Bush apoya la propuesta de reforma—puede ser su máximo (¿único?) acierto. Pero los mexicanos y los activistas en Estados Unidos no están contentos. Se prevé un acalorado debate.
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